La chova piquigualda y los alpinistas del Broad Peak

Por Juan Ignacio Pérez, el 18 noviembre, 2013. Categoría(s): General ✎ 1
Broad Peak: Fotografía: Togo (Wikipedia)
Broad Peak: Fotografía: Togo (Wikipedia)

Hace ya un tiempo, el reportero Ander Izagirre me contó una historia muy curiosa. Ander participó en una expedición al Broad Peak (en la frontera entre Paquistán y China) junto con los alpinistas Iñurrategi, Vallejo y Zabalza. Ander era el periodista de la expedición. Los montañeros que se proponen escalar el Broad Peak instalan su campamento base en la morrena central de un glaciar que se encuentra a casi 5.000 m de altura. Cuando llegaron ellos, no había nadie más, no se veía gente ni tampoco animales de ninguna otra condición, salvo algunos ratones y arañas. Pero en las siguientes semanas empezaron a llegar otros grupos; eran expediciones que también querían alcanzar la cumbre. Y con la gente, llegaron también las aves. Al parecer, las aves que llegan hasta allí siguen a los grupos que penetran en el interior de los valles del Karakorum. Van atraídos por la comida que transportan las expediciones de alpinistas.

Y esa fue, precisamente, la razón de que una expedición de alpinistas catalanes sufriera un grave contratiempo. Se encontraban, como el grupo de los alpinistas vascos, en el campo base. Y antes de atacar la cumbre hicieron algo que es habitual: ascendieron hasta un punto situado a 7.000 m de altitud e instalaron una tienda con víveres y materiales. A continuación regresaron al campo base. Días después volvieron a ascender hasta el lugar en que habían plantado la tienda con los víveres, pero, al llegar a ella, comprobaron estupefactos que estaba rota, cosida a picotazos, que muchos alimentos habían desaparecido, y que lo que quedaba se hallaba disperso por una amplia zona alrededor de la tienda. Los malhechores habían sido unos córvidos que suelen verse a menudo en zonas altas y que acompañan con frecuencia a las expediciones que atraviesan el Karakorum.

Chovas piquigualdas en el campo base del Broad Peak (Imagen: Ander Izagirre)
Los malvados córvidos en el campo base del Broad Peak (Imagen: Ander Izagirre)

Ander tenía curiosidad por saber qué especie era la responsable del desaguisado de la expedición catalana. Tras una indagación relativamente breve llegué a la conclusión de que se trataba de la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus). Es un córvido que tiene una distribución muy amplia. Vive en las cordilleras del noroeste de África, norte de la Península Ibérica, sur de Europa, el Cáucaso y el Himalaya. Podría decirse que se trata de una especie de cierto éxito. Es omnívora.

Al leer sobre ella enseguida me llamó la atención un dato curioso, coherente con la historia de los catalanes, y es que la chova piquigualda anida en las zonas altas de las cordilleras. Hace tiempo escribí acerca de los ánsares que atraviesan el Himalaya. Hacen un esfuerzo impresionante para conseguirlo, pero una vez han sobrevolado la cadena de montañas, se dirigen a anidar a las planicies del Asia Central. Ni viven en la cordillera, ni anidan en ella. Pero la chova piquigualda, entre otras, sí lo hace y es, seguramente, la que anida en enclaves más altos sobre el nivel del mar.

Chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus). Fotografía: Jim Higham (wikipedia)
Chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus). Fotografía: Jim Higham (wikipedia)

Las especies de aves de grandes alturas que hemos visto en otras ocasiones están muy bien adaptadas a obtener oxígeno cuando sobrevuelan las cumbres más altas. Ello es posible gracias al especial sistema respiratorio de las aves y a que su pigmento respiratorio es muy eficaz trasportando el oxígeno de los pulmones a los tejidos. En esa tarea es muy importante el papel que juega la hemoglobina de estas aves, por su alta afinidad por el oxígeno. Pero una cosa es ser capaces de alcanzar esas alturas o de sobrevolar cordilleras y otra, muy distinta, poner los huevos en lugares realmente altos e incubarlos allí arriba. Al fin y al cabo, también los huevos necesitan tomar oxígeno del ambiente y el metabolismo del huevo podría verse severamente limitado al permanecer en una atmósfera en la que hay mucho menos oxígeno que el normal. Pues bien, resulta que el nido que ha sido visto a la mayor altura, 6.500 m, es de Pyrrhocorax graculus y a esa altura hay menos de la mitad de oxígeno de la que hay a nivel del mar.

Entonces, la cuestión que surge es: habiendo tan poco oxígeno ¿cómo es posible que los embriones puedan mantenerse con vida y tener un desarrollo normal? Y la respuesta, una vez más, está en el pigmento respiratorio, en la hemoglobina, la proteína con la que se combina el oxígeno en los capilares respiratorios y de la que se desprende cuando la sangre llega a los tejidos. Resulta que la del embrión de la chova tiene una afinidad por el oxígeno mayor que la que tiene la hemoglobina de los embriones de las especies de aves que anidan en localidades más bajas. La mayor afinidad permite que el pigmento se sature de oxígeno a presiones parciales relativamente bajas. En otras palabras, esa hemoglobina tiene mayor capacidad para extraer oxígeno de la atmósfera que las hemoglobinas de los huevos de otras aves. Y gracias a esa característica puede obtener el huevo todo el oxígeno que necesita para el normal desarrollo del embrión hasta la eclosión.

Los alpinistas que se encontraron con aquel desaguisado probablemente no sepan que, en último extremo, la culpa de su desgracia la tuvo una proteína, la hemoglobina del huevo de esa especie, por su gran afinidad por el oxígeno.

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Fuentes (aparte de Ander Izagirre):

H. Bahn & A. Ab (1974): The avian egg: incubation time and water loss The Condor 76 (2): 147-152

C. P. Black (1980): Oxygen transport in the avian egg at high altitude American Zoologist 20: 461-468



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Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 18 noviembre, 2013
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