Jeringuillas vivientes

Por Juan Ignacio Pérez, el 3 marzo, 2014. Categoría(s): General ✎ 4
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Ejemplar de Rhodnius sp. (fotografía tomada de la web de Arizona Research Laboratories; Division of Neurobiology, University of Arizona)

Charles Darwin nunca supo cuál fue la enfermedad que le afligió durante la mayor parte de su vida adulta y que le obligó a vivir prácticamente recluido en Down House, su residencia familiar. Pero una de las hipótesis que se ha barajado es que fue el llamado mal de Chagas, una enfermedad parasitaria causada por el protozoo Trypanosoma cruzi. Este protozoo es transmitido a través de las heces de insectos triatominos (subfamilia: Triatominae; familia: Rediviidae). El propio Darwin, en su “Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo”, cuenta que fue atacado por uno de estos insectos cuando se encontraba en Luján de Cuyo, en la provincia de Mendoza. El mal de Chagas es una de las enfermedades que más muertes provoca hoy en el continente americano.

Los insectos de los géneros Triatoma y Rhodnius son hematófagos; se alimentan succionando sangre de mamíferos y al hacerlo, sus proteínas salivares pueden provocar intensas reacciones alérgicas. El protozoo, sin embargo, no se transmite a través de la mordedura, sino de las heces que suelen depositar en la piel tras la succión. Trypanosoma cruzi penetra en el organismo a través de la herida practicada por el insecto para succionar, al rascarse la víctima, o a través de los ojos o la boca. Los géneros Triatoma y Rhodnius cuentan con numerosas especies, algunas de ellas muy abundantes en el continente americano. En Latinoamérica reciben diferentes nombres (chinche besucona, vinchuca, chipo o barbeiro) y en Norteamérica se les denomina kissing bug. La chinche besucona recibe ese nombre de su modus operandi, ya que acostumbra a succionar sangre de los labios o zona adyacente y de los párpados de la gente mientras duerme. Para localizar las zonas de succión adecuadas se guía por la temperatura (que indica circulación sanguínea periférica) y por el CO2 (que se elimina en la zona buco-nasal) y se sirve de una enzima que reduce el dolor de la mordedura, razón por la cuál, quienes la sufren no se suelen percatar de ello.

Es precisamente ese rasgo de la chinche besucona lo que ha atraído la atención de los responsables de algunos zoos. El último día de 2007 el zoo de Dublín informó en su web de que habían empezado a utilizar estos insectos para realizar extracciones de sangre a sus animales con fines sanitarios. Meses después, y tal y como informó la BBC, el Zoo de Londres también recurrió a esa práctica. La obtención de pequeñas muestras de sangre de animales de zoo presenta, en ocasiones, serias dificultades. Para una extracción normal, incluso si se trata de un pequeño volumen de sangre, el animal en cuestión necesita estar anestesiado. Pero en algunas especies, como la jirafa por ejemplo, la anestesia comporta alto riesgo, por lo que si se deben realizar tomas de muestras de sangre con frecuencia, el riesgo de muerte del animal es excesivamente alto. Hasta la fecha, el método en cuestión se ha utilizado con éxito para extraer sangre a hipopótamos, guepardos, jirafas y rinocerontes blancos y, en concreto, los zoos de Wuppertal y Dublín han utilizado chinches besuconas para extraer sangre a elefantas embarazadas y analizar en esas muestras de sangre sus niveles de progesterona.

Los responsables del desarrollo de este procedimiento aseguran que tras la extracción de sangre las chinches besuconas empleadas son sacrificadas “humanamente”, aunque no especifican de qué forma retiran la sangre succionada.



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Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 3 marzo, 2014
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