Convergencia colosal

Por Juan Ignacio Pérez, el 28 abril, 2014. Categoría(s): General
Elefantes africanos (Loxodonta africana) (Imagen: Ikiwaner; fuente: Wikipedia)
Elefantes africanos (Loxodonta africana) (Imagen: Ikiwaner; fuente: Wikipedia)

Los cachalotes son animales marinos y los elefantes, terrestres. Unos y otros son mamíferos, pero se trata de especies que no se encuentran muy próximas una de la otra.

Y sin embargo, a pesar de las evidentes diferencias entre una y otra especie, cachalotes y elefantes tienen mucho en común. Comparten rasgos muy específicos y por esa razón hay quien se ha referido a esa similitud con la denominación de “convergencia colosal”.

Ambas especies viven en medios muy estables, porque tanto el mar como la sabana o selva abierta experimentan pocos cambios a lo largo del tiempo. Son de vida prolongada: pueden llegar a los sesenta años de edad, y ambas alcanzan la madurez sexual en su segunda década de vida. El periodo de tiempo que transcurre entre alumbramientos es de unos cinco años en ambos casos, y a partir de los cuarenta años de edad disminuye el esfuerzo reproductor. Las elefantas más viejas cumplen una importante función en el grupo de elefantes y, muy probablemente, lo mismo ocurre con las hembras de cachalote de más edad. Las hembras más viejas de ambas especies son verdaderas matriarcas en los grupos -formados por hembras y por crías- que dirigen.

Unos y otros consumen enormes cantidades de alimento a lo largo de sus vidas y para adquirirlo se desplazan a lo largo de grandes distancias. Los elefantes se alimentan de diferentes especies vegetales y, como he señalado, necesitan comer grandes cantidades. Si no tenemos en cuenta a la especie humana, los elefantes africanos son los animales que han causado un mayor impacto en África. No es fácil saber cuál es el efecto que causan los cachalotes sobre el entorno en el que viven. Consumen todo tipo de presas, incluidos calamares de varias especies y peces, también de muchas especies, y también realizan grandes desplazamientos para alimentarse y reproducirse. Si bien el número total de cachalotes se ha reducido sensiblemente a lo largo de los siglos XIX y XX por efecto de la caza indiscriminada, en la actualidad consumen del orden de cien millones de toneladas de alimentos, una cantidad equivalente a la que extraen los seres humanos del mar mediante la pesca.

Un grupo de elefantes está formado por unos diez individuos. Las familias son matrilineales y las hembras pasan, muy probablemente, toda su vida en el mismo grupo familiar. Los miembros del grupo hacen muchas cosas al mismo tiempo y en compañía: se mueven, comen, beben y descansan juntos. Los miembros de una misma familia se tocan, se huelen y se acarician unos a otros. Para comunicarse entre ellos utilizan el tacto, el olor, la vista y, sobre todo, el oido. Gracias a ello mantienen vínculos estrechos. Emiten y reciben infrasonidos de entre 12 y 36 herzios, algunos de ellos de más de 100 dB de potencia. De hecho, elefantes separados hasta por 4 km de distancia pueden comunicarse mediante esas señales.

La estructura de grupo de los cachalotes es similar a la de los elefantes, aunque es menos lo que se sabe de ellos; el grupo lo forman del orden de una docena de individuos. La mayor parte del tiempo la pasan bajo el agua, cazando. Las inmersiones suelen ser de unos 400 m de profundidad, aunque pueden ser más prolongadas, y vienen a durar unos 40 min en promedio. Mientras se encuentran bajo el agua producen unos sonidos o chasquidos característicos, -a los que se denomina klik-, que emiten a intervalos regulares. Las frecuencias de esos sonidos son variadas dentro de un intervalo muy amplio, de 200 a 32000 herzios. Parece ser que se trata de señales de ecolocalización que utilizan para localizar a sus presas.

En los grupos con crías, el grupo asume la tarea de cuidar de los más pequeños y no es raro que una cría mame de una hembra adulta que no es su madre; ese comportamiento también es habitual entre los elefantes. Al atardecer dejan de sumergirse y permanecen nadando en grupo durante horas, lentamente, con tranquilidad, jugando y acariciándose unos a otros con las aletas y con las mejillas. Cuando juegan de ese modo, producen secuencias de chasquidos (kliks) y es muy posible que esos chasquidos sean elementos de un sistema de comunicación que ayude a cohesionar el grupo y a coordinar sus movimientos.

Elefantes y cachalotes son mamíferos grandes y de inteligencia considerable. Sus grupos tienen estructuras semejantes. Ambos se sirven del conocimiento ecológico que atesoran los miembros más viejos del grupo, sobre todo en lo relativo a la localización del alimento y el agua. La información con que cuentan los miembros de más edad les sirve para saber cómo varían los recursos alimenticios a lo largo de las estaciones, o cuándo y dónde se puede encontrar agua; en ambos casos se trata de información esencial para la supervivencia de los integrantes del grupo. Seguramente, el hecho de que la vida de cachalotes y elefantes sea tan prolongada tiene mucho que ver con ese conocimiento que poseen los miembros de más edad del grupo.

Una última consideración. Los seres humanos no somos tan grandes como elefantes o cachalotes, ni la estructura de los grupos humanos se parece a la de esas especies, pero el caso es que a mí me resultan muy cercanas a la nuestra. No sé si es por su inteligencia, por su mirada, por sus manifestaciones de afecto, o por alguna otra razón, pero no creo que haya muchas especies, salvo los grandes simios, que se nos parezcan tanto.



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Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 28 abril, 2014
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