La red maravillosa de los atunes

Por Juan Ignacio Pérez, el 12 junio, 2014. Categoría(s): General ✎ 5

tuna

Los túnidos se desplazan a lo largo de distancias enormes. Migran en busca de alimento y lo hacen nadando a gran velocidad. Pertenecen al grupo de los escómbridos[1], que son, de entre los teleósteos, los peces mejor dotados para la natación. Deben a su musculatura roja[2] la capacidad para nadar sin descanso a gran velocidad, y además, son perfectamente capaces, también, de realizar esfuerzos muy intensos de corta duración gracias a su poderosa musculatura blanca[3].

Todos los escómbridos son excelentes nadadores, pero como he señalado, los túnidos son los que, con diferencia, alcanzan los mayores niveles de rendimiento físico. Como bien saben los arrantzales[4] que se dedican a la pesca del bonito, son capaces de recorrer larguísimas distancias a gran velocidad. Sorprendentemente, sin embargo, esa capacidad no es debida a que su musculatura sea, en lo sustancial, diferente a la del resto de escómbridos. En opinión de los especialistas, las características metabólicas de los músculos de este grupo de peces, en conjunto, es difícilmente mejorable. Esa es la razón por la que no parece haber diferencias significativas entre la maquinaria celular y metabólica de los atunes y la del resto de peces del grupo. Pero hay una diferencia importantísima entre ellos; no es de naturaleza metabólica o celular, sino que consiste en un rasgo fisiológico propio de los túnidos, pero de la que carece el resto de peces, incluidos sus parientes más próximos.

Los atunes mantienen su musculatura roja unos 10º C por encima de la temperatura del agua en la que nadan. Ese es el rasgo clave, lo que los diferencia del resto de los peces. Gracias a esa temperatura muscular pueden desarrollar niveles de actividad mucho más altos que todos los demás escómbridos. Como digo, es la musculatura roja y no el resto del organismo lo que mantienen más caliente que el medio externo. En cierto modo, esto se parece mucho a lo que hacemos los animales homeotermos, con la particularidad de que los túnidos no lo son.

Esa diferencia térmica es debida a que los atunes son capaces de retener parte del calor que produce su actividad muscular, evitando que se disipe libremente hacia el exterior. Ello es posible gracias a un dispositivo de su sistema circulatorio, denominado “rete mirabile” (red maravillosa). Ese dispositivo permite que la sangre (arterial) fría procedente de las branquias se caliente antes de llegar a los músculos. Se calienta porque la sangre (venosa) que ya ha atravesado la musculatura le cede el calor que contiene. Ese intercambio de calor se produce entre vasos sanguíneos dispuestos en íntima proximidad unos con otros, pero en cuyo interior la sangre circula en sentidos opuestos. A esa forma de circular se denomina contra corriente, una forma que permite una transferencia óptima de calor entre los dos subsistemas circulatorios. Es un ejemplo fisiológico de lo que se denomina un intercambiador contra corriente. En el mundo animal no son raros intercambiadores así, de calor, de gases o de iones. Los intercambiadores contra corriente son muy utilizados para termostatizar instalaciones o locales, por su gran eficiencia; y aunque los ingenieros creen que son una creación de la mente humana, en realidad fueron diseñados por la naturaleza hace millones de años.

De lo anterior se deduce que en los atunes se da un fenómeno de endotermia, esto es, de acumulación de calor de origen endógeno, interno. Es lo mismo que hacemos nosotros, que también somos endotermos, pues nos mantenemos calientes gracias al calor que produce el metabolismo. La diferencia es que nosotros, homeotermos, conseguimos mantener constante la temperatura corporal, aunque esa constancia no sea absoluta, y los atunes se limitan a mantener algo más caliente su musculatura lenta. Puede parecer poca cosa, pero el resultado los convierte en poderosas máquinas de nadar. Y todo gracias a la estufita de su metabolismo muscular y a que se las arreglan para perder poco calor del que produce esa estufita.

Atunes atacando un cardumen de peces (al final, delfines y gaviotas se unen al festín):

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=XzZhSl_00pI&feature=fvw[/youtube]


[1] Las caballas también pertenecen al grupo de los escómbridos.

[2] De contracción lenta, aeróbica, llena de mitocondrias, bien irrigada de sangre y resistente a la fatiga.

[3] De contracción rápida, anaeróbica, fatigable.

[4] Arrantzale en vasco quiere decir pescador.



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Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 12 junio, 2014
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