Topillos fieles y topillos promiscuos

Por Juan Ignacio Pérez, el 4 agosto, 2015. Categoría(s): General ✎ 1

Microtus ochrogaster es un dechado de virtudes matrimoniales, todo un modelo de vida en pareja; por esa razón ha hecho y hace las delicias de los investigadores que se ocupan de la vida familiar animal. Microtus es un topillo de Norteamérica que en inglés recibe el nombre de prairie vole*.

Los miembros de la pareja no siempre le son fieles el uno al otro, ya que en ocasiones tiene affairs fuera de la pareja. Pero son monógamos; forma parejas estables durante toda su vida y además, ambos miembros colaboran en la cría de la prole. Son muy afectivos: se acurrucan con frecuencia uno junto al otro y se atusan mutuamente. Además, son sociables; les gusta relacionarse con otros miembros de la misma especie, aunque siempre en mayor medida con la propia pareja. Para poner en su contexto la singularidad de ese comportamiento y de esa estructura familiar, conviene recordar que tan solo un 5% de las especies de mamíferos son monógamas.

En Norteamérica hay otros topillos, pero esos tienen un comportamiento muy diferente. El topillo de montaña, Microtus montanus (en inglés montane vole) y Microtus pennsylvanicus (en inglés meadow vole*) son todo lo contrario que Microtus ochrogaster. Son polígamos, aunque sería más correcto decir que lo que son es promiscuos: no forman parejas estables y se aparean con quien quieren o pueden, principalmente en determinadas épocas. Al no formar parejas estables, los machos no participan en absoluto en la crianza de la prole topilla. ¡Y para qué hablar de arrumacos y cosas parecidas!

Estas diferencias en el comportamiento afectivo-sexual-reproductivo son enormes, máxime si tenemos en cuenta que se trata de especies del mismo género, muy próximas entre sí y que tienen una distribución geográfica parcialmente coincidente. Esa es la razón por la que han despertado el interés de los biólogos.

Microtus pennsylvanicus (Crédito: Needsmoreritalin; wikipedia)
Microtus pennsylvanicus (Crédito: Needsmoreritalin; wikipedia)

Pues bien, parece ser que la diferencia entre unos y otros radica en la presencia de mayores o menores densidades de receptores de determinados neurotransmisores en ciertas áreas del encéfalo. En concreto, se trata de los receptores de los neuropéptidos arginina vasopresina (AVP) y oxitocina (OT). Ambos, además de neurotransmisores, también son hormonas hipotalámicas y ejercen sus efectos en órganos alejados del cerebro. La AVP participa en la regulación del balance hídrico en el organismo, y la OT interviene en el parto y en la lactación, a través de sus efectos sobre el tono de la musculatura lisa. Al parecer, hay un tercer péptido hormonal que también está implicado en estos aspectos del comportamiento, el factor liberador de la corticotropina, una neurohormona que provoca la liberación de corticotropina en situaciones de estrés. Y al respecto cabe decir que es muy significativo que el estrés facilite la formación de vínculos estables en los machos y la inhiba en las hembras, aunque esta diferencia no tiene una explicación sencilla evidente.

El mecanismo subyacente tiene su complejidad y en él participan tres sistemas de circuitos nerviosos, el de las señales sociales y formación de la memoria social, el de la recompensa y refuerzo, y un sistema que procede de los genitales y que modula a los dos anteriores. Los emparejamientos sexuales son fuentes de estímulos que llegan a los sistemas de memoria social y de recompensa y refuerzo, ambos en el encéfalo. La actividad sexual da lugar a la emisión de señales que, al interactuar con los otros dos sistemas, provoca que se establezcan vínculos duraderos entre los dos individuos que participan en el encuentro sexual. Esto es así en las especies monógamas. En las que no lo son esos tres sistemas de circuitos se hallan disociados, por lo que no se establece interacción entre ellos que dé lugar a la formación de vínculos duraderos.

Microtus montanus (Crédito: Roger W. Barbour; Smithsonian National Museum of Natural History)
Microtus montanus (Crédito: Roger W. Barbour; Smithsonian National Museum of Natural History)

En investigaciones realizadas durante los últimos 15 años se han obtenido evidencias, directas en unos casos e indirectas en otros, de que la actividad sexual de los topillos de pradera da lugar a la liberación de los péptidos indicados en las zonas del cerebro en las que los correspondientes receptores presentan altas densidades. También se ha comprobado que la utilización de sustancias que bloquean los receptores de oxitocina (en hembras) o de vasopresina (en machos) de topillos de pradera ha provocado que los topillos dejen de comportarse como cabezas de familia ejemplares y que adopten modos de vida y comportamientos propios de los  casquivanos topillos de montaña o de prado. Y se han obtenido resultados equivalentes utilizando técnicas que permiten modificar la expresión de los genes que codifican la síntesis de los receptores implicados.

Aunque en determinados detalles, el funcionamiento de nuestros propios sistemas puede ser algo diferente, los investigadores que trabajan en este campo no albergan dudas acerca de la similitud básica del funcionamiento de los cerebros humanos. Las neurohormonas implicadas, AV y OT, son seguramente las mismas, la ubicación de los receptores es la misma o similar, y la arquitectura general de los circuitos, también. ¿Cuánto tardarán en proponerse tratamientos específicos para reforzar los comportamientos monógamos?

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=5ddlKQwDIe8[/youtube]


*Corrijo la nota inicial relativa al significado de los términos del inglés prairie vole y meadow vole, a partir de la indicación al respecto ofrecida por César Tomé aquí. Reproduzco literalmente su aclaración: La diferencia entre los topillos de las Praderas (con mayúscula) del centro de los Estados Unidos (de ahí su nombre, topillo de la pradera – prairie vole; como la casita de Laura Ingalls) y los de los prados (de ahí su nombre, meadow vole), aparte de que al segundo le gusten los entornos más húmedos, es que el primero es monógamo, fiel y el macho ayuda en el cuidado de la prole y el segundo es un viva-la-virgen-aquí-te-pillo-aquí-te-mato y el macho si te ha visto, topilluela, no se acuerda.

 



1 Comentario

  1. Muy curioso! y exacto, la pregunta final es ¿Cuánto tardarán en proponerse tratamientos específicos para reforzar los comportamientos monógamos?

Deja un comentario

Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 4 agosto, 2015
Categoría(s): General