El legendario depósito de agua de los camellos

Por Juan Ignacio Pérez, el 28 abril, 2016. Categoría(s): General ✎ 5

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Plinio el Viejo, en el libro VIII de su Naturalis Historia, decía lo siguiente:

“Toleran la sed incluso durante cuatro días y, cuando hay oportunidad de beber, se llenan de agua por el pasado y para el futuro, después de enturbiar antes el agua pataleando: de otro modo no les gusta beber.”

En opinión de Plinio el Viejo, y seguramente de la de sus contemporáneos, los dromedarios tenían un depósito de agua en su interior. Durante siglos se ha buscado ese depósito y los naturalistas de épocas diversas han atribuído a distintos órganos esa función. Alguno ha propuesto que el depósito era el rumen. Más recientemente, cuando se ha sabido que el metabolismo puede ser una fuente de agua, otros propusieron que podía provenir del catabolismo de los lípidos de la joroba. Eso pensaba, sin ir más lejos, uno de mis profesores de bioquímica.

Estas ideas eran las que predominaban en los ambientes científicos hasta que el gran fisiólogo Knut Schmidt-Nielsen se puso manos a la obra. Este investigador ya había hecho algunos trabajos con la rata canguro, de la que sabía que podía vivir sin beber agua. Pero los dromedarios son muy diferentes, y todo el mundo sabía que, aunque toleran muy bien la falta de agua, no pueden vivir sin beber. Para estudiar este asunto debidamente, pidió una licencia en su universidad y se fue, por espacio de un año, a vivir con su mujer y sus tres hijos al interior del desierto del Sáhara, a un oasis localizado al sur de Argelia. En aquel apartado lugar las condiciones de vida, sobre todo en verano, eran difícilmente soportables: la temperatura subía con frecuencia por encima de los 40ºC. En su autobiografía (“The camel’s nose” p. 139), al respecto del terrible calor que hacía en aquel lugar, escribió lo siguiente:

“Lagrib could again buy eggs, but it was so hot we had to eat them immediately; if we kept them for a day, a chick promptly started developing. Lagrib had an ingenious approach to the problem of getting fresh eggs: if a woman had more than two eggs for sale, he didn’t buy any, but if she had only one or two, he felt reasonably certain that they had been laid the same day. Usually he was right”.

[Sí, Lagrib podía comprar huevos, pero era tal el calor que hacía que los teníamos que comer inmediatamente; si los dejábamos de un día para otro, enseguida empezaba a desarrollarse un pollito. Lagrib tenía un ingenioso modo de conseguir huevos frescos: si una mujer tenía más de dos huevos en venta, no le compraba ninguno, pero si solo tenía uno o dos, se sentía razonablemente seguro de que habían sido puestos el mismo día. Normalmente acertaba.]

Schmidt-Nielsen enseguida se percató de que los camellos no tenían ningún depósito de agua; de hecho, el contenido hídrico de los camellos es muy similar al de los demás rumiantes. Y por otra parte, los lípidos de la joroba no constituyen ninguna fuente de agua adecuada. Es cierto que el catabolismo de los lípidos produce agua, pero para catabolizar esos lípidos se requiere más oxígeno que el necesario para utilizar otros sustratos y ese oxígeno hay que conseguirlo respirando. Por esa razón, y dado que al respirar se evapora parte del agua que recubre las superficies respiratorias, al final es más la que se pierde por evaporación que la que se obtiene metabólicamente de los lípidos. Scmidt-Nielsen dejó claramente establecido que el gran volumen de agua que beben los dromedarios no la beben para guardarla en un depósito, sino para reponer la que han perdido con anterioridad.

La gran tolerancia de los camellos a la escasez de agua obedece, por lo tanto, al papel que juegan otros mecanismos. En primer lugar, limitan la ganancia de calor. Fijémonos en el pelaje: es muy denso y, gracias a ello, disponen de un buen aislamiento; además, tiene un cierto brillo, de manera que una parte de la radiación que incide en él se refleja. El comportamiento también es importante; cuando se sientan, lo hacen orientando su cuerpo en dirección al sol, de manera que el ángulo de incidencia limita la intensidad de la radiación.

Pero las adaptaciones más eficaces son de naturaleza fisiológica. Son muy efectivos ahorrando agua; no la pierden con facilidad. Producen muy poca orina y reducen aún más su producción cuando no pueden beber. Por esa razón, producen una orina con muy alta concentración de solutos, ocho veces más alta que la de la sangre. Hay que advertir de que aunque esa diferencia de concentración entre la orina y la sangre es muy grande, hay mamíferos en los que es aún mayor; en ese sentido los dromedarios no son casos extremos.Y además de lo anterior, pierden muy poca agua en las heces: su contenido hídrico es de un 45% solamente. En definitiva, en vez de un depósito secreto, lo que tienen los camellos es una batería de mecanismos de diferente naturaleza que les permite hacer frente con éxito a unas condiciones de temperatura y de disponibilidad de agua que casi ningún otro animal de su envergadura puede soportar.



5 Comentarios

  1. La «Fisiología animal» de Schmidt-Nielsen fue uno de mis libros de cabecera (lo sigue siendo).
    Como casi siempre pasa con las etimologías es muy curiosa la de ‘dromedario’ (comparte origen con pródromo y síndrome) y la de ‘camello’ (con ‘ganbelu’ en eukera 🙂

  2. Recuerdo un artículo publicado en Investigación y Ciencia hace mucho tiempo. Citaban como una de las adaptaciones para la retención de agua en el camello (¿dromedario?) los pliegues internos de su nariz, que multiplicaban por mucho su superficie. Esto venía acompañado, creo recordar, por alguna singularidad de su moco. Creo que el artículo iba precisamente de éste tema, las modificaciones fisiológicas del camello y prestaba especial atención a la retención de agua expirada por el aparato respiratorio. No recuerdo para nada que hablara de la falsedad de la quema de grasa de la joroba como recurso fisiológico para conseguir agua. De hecho yo lo he creído hasta ahora y aún sigo dudando ya que he leído testimonios de cómo la joroba se vuelve flácida tras unos días sin agua.

    Todos los artículos del Investigación y Ciencia que tienen la aspiración de ser ilustración de su portada incorporan una imágen con el formato preciso. Suele ser una imágen cuidada y en el caso del artículo que cito era un dibujo de las fosas nasales del camello. No me apostaría nada, pero creo que incluso salió en portada.

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Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 28 abril, 2016
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