El cuello de la jirafa

Por Juan Ignacio Pérez, el 17 julio, 2014. Categoría(s): General ✎ 3
"La recogida del maná" de Bacchiacca
«La recogida del maná» de Il Bacchiacca

Julio César, en el año 46 a. C., llevó a Roma una jirafa. Entre los generales romanos era normal llevar animales exóticos a Roma para celebrar las victorias sobre los enemigos en las campañas militares. La llevó para hacerla desfilar en los festejos de celebración de la victoria en Egipto. Los romanos pusieron a aquel animal un nombre de origen griego (camelopardale); el nombre aúna los de dos animales conocidos para los romanos, el camello y el leopardo, porque les pareció que sus características eran una combinación de las de ambos. De ahí procede, precisamente, su nombre científico, Giraffa camelopardalis.

Pero no fue la de Julio César la jirafa más renombrada de la historia europea. La más conocida fue la que enviaron en 1486 a Lorenzo de Medici, a Florencia. Lorenzo de Medici quiso emular al gran César, pues deseaba tener ante los florentinos la auctoritas que César había alcanzado ante los romanos. Aunque no se sabe con total seguridad, parece ser que la jirafa se la regaló el sultán mameluco de Egipto al-Ashraf Qaitbay, ya que quería conseguir el apoyo de los Medici frente al imperio otomano. La jirafa tuvo un éxito enorme entre los florentinos; tal fue su impacto en Florencia que hasta los artistas de la época dejaron constancia gráfica de la misma en algunas obras: la obra conocida como “La recolección del maná” de Il Bacchiacca es un buen ejemplo de ello, pero no el único.

Pero la pobre jirafa tuvo mala suerte. Aunque prepararon para ella un establo especial, un mal golpe contra una de las vigas, le produjo una rotura de cuello y la muerte. Por lo visto, las vigas no se encontraban a la altura que habría sido necesaria. Al fin y a la postre, la jirafa es el animal más alto que existe. Los machos de la especie pueden alcanzar los 900 kg de peso y los 5’5 m de altura. Su característica más notable, y conspicua, es la longitud de su cuello. Gracias a esas dimensiones las jirafas pueden alcanzar hojas situadas en ramas a las que no puede acceder ningún otro animal que carezca de la facultad de volar o de andar por las ramas de los árboles.

El tener un cuello tan largo tiene algunas consecuencias que merecen atención. De entrada, para bombear sangre a tanta altura se requiere una bomba muy poderosa. El corazón de las jirafas es verdaderamente grande y fuerte: tiene 12 kg de masa, 60 cm de longitud y paredes de 7’5 cm de grosor. Desarrolla un trabajo impresionante, y la presión arterial en la aorta es el doble de la que se produce en la de cualquier otro mamífero.

El caso es que esa presión tan alta podría resultar un inconveniente grave para los órganos y extremidades que se encuentran por debajo del corazón, pues se encuentran sometidos a una presión hidrostática interna muy alta. De hecho, en cualquier otro animal, esa presión en las extremidades provocaría que el plasma sanguíneo se filtrase desde los capilares hacia las células de los tejidos. Eso no ocurre en las jirafas, claro, porque las paredes de sus vasos sanguíneos son muy gruesas, así como el tejido conjuntivo y la propia piel. La piel de las jirafas es semejante al tejido de los trajes g de los pilotos, y gracias a ello neutraliza los posibles efectos de la alta presión sanguínea. Gracias a eso, la sangre no se acumula en las patas y no se produce edema.

Pero, ¿qué ocurre cuando baja la cabeza para beber? ¿no se le acumula la sangre en la cabeza? ¿no ejerce una presión intolerable sobre el cerebro? No se le acumula, no; para evitarlo cuentan con un dispositivo especial, en el cuello, para más señas. Se trata de un dispositivo que no es exclusivo de las jirafas, sino que consiste en un sistema con el que contamos todos los mamíferos, pero adaptado de manera que sirve para resolver este problema en particular. Me estoy refiriendo a la “rete mirabile”, -la red maravillosa-, que tienen muchos mamíferos bajo la cabeza. Aquí ya hemos visto otras redes maravillosas como esa; los atunes, por ejemplo, la utilizan para mantener caliente la musculatura natatoria y desarrollar así más trabajo, y muchos otros vertebrados la utilizan para refrigerar la sangre que va al encéfalo[1].

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El caso es que en las jirafas la rete mirabile cumple una función completamente diferente. La forman numerosos vasos sanguíneos y puede llegar a alojar volúmenes de sangre muy variables. Gracias a esa flexibilidad, al bajar la cabeza, los vasos de la red se llenan de sangre e impiden que un volumen excesivo de sangre provoquen una presión intolerable sobre el cerebro; al alzar de nuevo la cabeza, los vasos de la red se vacían. En esa tarea participan unas válvulas que tienen un cometido de gran importancia, pues gracias a ellas se ejerce un estricto control sobre el flujo de sangre. La rete mirabile, en este caso, ejerce una función tamponadora de la presión hidrostática. Sin ella, quizás, las jirafas no podrían tener un cuello tan largo.


[1] Recordemos que la red maravillosa es un intercambiador. La forman dos conjuntos de vasos que se encuentran en íntimo contacto, y la sangre de los de cada uno de los conjuntos circula en sentido opuesto a la que circula por los del otro. Gracias a esa disposición intercambian calor o alguna sustancia, como oxígeno (en las lamelas branquiales de los peces) o sodio (entre los vasa recta y las ramas ascendente y descendente del asa del Henle en el riñón). Es un dispositivo especialmente eficiente.



3 Comentarios

  1. Como de costumbre estupendo post sobre cuestiones de fisiología animal. Estos datos sobre presión sanguínea, tamaño de corazón etc, son impresionantes. Aunque lo que a mi me interesa de la jirafa es la velocidad de conducción de los axones que van desde el encéfalo a la región torácica y lumbar de la médula espinal. Claro que como son tractos de axones muy heterogéneos habrá un rango muy grande de conducción, pero el hecho de tener que salvar gran distancia desde que se decide un movimiento hasta que se ejecuta debe implicar velocidades de conducción axonal en los tractos más rápidos que quizás no se dan en otros mamíferos. O quizás si, pero no tengo noticias de datos que se refieran a ello.
    saludos.

    1. Desconozco el dato concreto de las jirafas, pero lo que se sabe de otros grandes mamíferos (elefantes, por ejemplo) es que aunque la velocidad de conducción del impulso nervioso tiende a ser mayor en ellos, esa diferencia en la velocidad no es suficiente para compensar las distancias que han de recorrer los impulsos. Por esa razón, en los animales de mayor tamaño la información tarda más en llegar en cualquiera de las dos direcciones.

  2. Me ha encantado. Coincido con lo que comentas de los nervios. Además, estos «grandotes» son herbívoros, no tienen las respuestas ágiles y rápidas de un predador. Y de la mayoría de los predadores les defiende ese gran tamaño

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Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 17 julio, 2014
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