Los avestruces viven en lugares muy cálidos por lo que, lógicamente, han de tolerar muy bien las temperaturas elevadas. El plumaje juega un papel muy importante en esa resistencia. En otra ocasión me ocupé del plumaje del gorrión y vimos que el aislamiento era muy efectivo frente a las bajas temperaturas. A ese aislamiento se debe la forma casi esférica que adoptan los gorriones y otros pájaros cuando hace frío. El plumaje del avestruz funciona igual, solo que en este caso, el flujo de calor que se entorpece es de sentido contrario. Las excepciones son las patas, el cuello y la cabeza; las patas y el cuello no son zonas críticas desde el punto de vista del control térmico, pero la cabeza sí lo es, ya que es preciso regular con precisión la temperatura cerebral.
Gracias al plumaje los avestruces disponen de un aislamiento muy eficaz, de manera que ganan muy poco calor, por convención o conducción, desde el entorno. Ello es posible gracias a la capa de aire con la que se aislan ahuecando las plumas cuando sube la temperatura; bajo esas condiciones, el plumaje pasa de tener 2 a tener 10 cm de grosor. Así pues, el plumaje lo utilizan para conseguir el efecto contrario al que en su día describí para los gorriones. El mecanismo de transferencia de calor es el mismo en ambos casos. La conducción (o la convección) consiste en la transferencia de calor entre dos masas en contacto, de la que más a la que menos calor tiene; por esa razón, igual que cuando hace frío se pierde calor de ese modo, se puede ganar cuando hace calor. Los avestruces, gracias en parte al aislamiento que proporciona el plumaje, consiguen regular su temperatura corporal y mantenerla constante a temperaturas ambientales de hasta 51ºC. Dudo que haya ningún otro vertebrado con tanta tolerancia a las altas temperaturas.
El aislamiento no es el único mecanismo implicado en esa gran tolerancia térmica. Al fin y al cabo, el propio metabolismo del animal constituye una fuente de calor, y el plumaje, del mismo modo que evita la ganancia desde el exterior, facilita la conservación del que se genera en el interior, con lo que el riesgo de sobrecalentamiento existe. Cuando la temperatura ambiental excede los 38-39 ºC los avestruces han de recurrir a otra vía para evitar el sobrecalentamiento, la de la evaporación. Los avestruces, como el resto de las aves, no sudan; por ello, la única posibilidad de que disponen para refrigerarse mediante evaporación consiste en recurrir a las superficies respiratorias. Por eso, el mecanismo utilizado por estas aves para disipar calor cuando la temperatura ambiental alcanza valores muy altos consiste en jadear, igual que hacen los perros y otros mamíferos. También los avestruces elevan la frecuencia de jadeo cuando necesitan refirgerarse, pero lo hacen a un ritmo muy inferior al que vimos aquí en su día en los canes. La frecuencia de movimientos respiratorios pasa en los avestruces de 5 a 45 min-1 cuando necesitan disipar calor por evaporación. Además, ese es el mecanismo que les permite regular la temperatura cerebral, pues los capilares sanguíneos que irrigan los epitelios respiratorios conducen la sangre “fresca” directamente al cerebro.
Es curioso lo simple que puede llegar a ser todo el sistema: un dispositivo con capacidad aislante variable (el plumaje), junto con un “refrigerador” –también de intensidad variable- asociado a los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro. Simple pero tremendamente eficaz. Recuerde: toleran temperaturas de hasta 51ºC. ¿Se lo imaginan?
Una pregunta:
¿Se sabe si el color del plumaje participa también de alguna manera en este mecanismo de tolerancia térmica?
Saludos cordiales.
Yo no lo sé. Imagino que cuanto más claro menos se calentará, pero no sé si ese efecto es significtivo.