En ocasiones anteriores me he referido a dos formas de hibernar, la de las marmotas y mayoría de mamíferos de pequeño tamaño, y la de los osos. Las marmotas, como la que aparece en la película The groundhog day (“Atrapado en el tiempo”), reducen su temperatura corporal hasta valores muy próximos a la temperatura ambiental, pero cada cierto tiempo despiertan durante unas horas y la elevan hasta valores normales o próximos a los normales (eutermia); de hecho, podría considerarse que la hibernación de esos mamíferos consiste en una secuencia de eventos de fuerte hipotermia y mínima actividad metabólica, separados unos de otros por breves despertares eutérmicos. Los osos, por el contrario, reducen la temperatura corporal en unos pocos grados (del orden de 6 ºC), pero no despiertan en ningún momento.
Pues bien, los dos anteriores no son los únicos modelos de hibernación. La ardilla estriada, Tamias striatus, presenta un comportamiento de hibernación diferente. Como los anteriores, cuando llega el invierno entra en letargo, pero antes de hacerlo almacena comida en su refugio, de manera que cada cierto tiempo despierta y se alimenta. Los otros mamíferos hibernantes no hacen tal cosa, ya que utilizan las reservas -grasas, principalmente- almacenadas antes.
Como el resto de hibernantes, durante el letargo reducen de manera notable la actividad metabólica, con lo que consiguen un importante ahorro de energía. Lo curioso del comportamiento de las ardillas es que si son capaces de almacenar mucha comida antes del periodo de letargo, la temperatura corporal sufre una reducción moderada, menor que la que suelen experimentar las marmotas o la de las ardillas con poca comida almacenada, y permanecen durante menos tiempo en ese estado de hibernación. No es que el periodo de letargo empieze más tarde o acabe antes; lo que ocurre es que despiertan con mayor frecuencia y eso hace que permanezcan eutérmicos durante más tiempo.
El poder recurrir a la hibernación reporta claras ventajas energéticas a estos mamíferos. Pero también conlleva contrapartidas, ya que provoca estrés oxidativo y una menor inmunocompetencia. Así pues, un adecuado balance entre elementos a favor y en contra es seguramente esencial a la hora de determinar el tiempo idóneo durante el que conviene que el organismo se mantenga eutérmico. Por esa razón es valioso el comportamiento aquí descrito. En la medida que cuentan con más o menos comida y que, por lo tanto, tienen una mayor o menor necesidad de ahorrar energía ajustan el tiempo de hibernación, pues de ese modo minimizan el daño que se deriva de la condición hibernante.
Fuente: Murray M. Humphries, Donald L. Kramer & Donald W. Thomas (2003): The Role of Energy Availability in Mammalian Hibernation: An Experimental Test in Free-Ranging Eastern Chipmunks. Physiological and Biochemical Zoology 76(2): 180–186.
Cuanta más comida tiene, más le entra el hambre y se despierta para comer. Le pasa como a mí: cuanto más leo, más me entra el hambre y más quiero leer… Gracias.
Lo primero que me viene a la cabeza al conocer este comportamiento, es que los animales mas pequeños suelen tener un metabolismo bastante alto. Las ardillas seguramente consumen muchas mas calorías en proporción a su peso que por ejemplo un oso. El almacenar reservas en forma de grasas y músculo posiblemente sería exagerado para hacer toda la hibernación «de una sentada»
Eso sin tener en cuenta que mientras que a prácticamente ningún animal se le ocurriría meterse en una madrigera de oso a molestarle mientras hiberna, una ardilla en estado de letargo es un bocado mas apetecible.
Las ardillas también imbernan donde no vieva