El cuervo acuático

Por Juan Ignacio Pérez, el 30 agosto, 2017. Categoría(s): General ✎ 3

En su “Historia de los animales” de (aprox.) 350 a.e.c., Aristóteles denominó a los cormoranes hydrokorax (cuervos de agua), un nombre que en nada los favorecía. Para los griegos los cuervos eran aves detestables como, en cierto modo, lo siguen siendo para muchas personas hoy. No tienen muy buena fama. Con los cormoranes pasa algo parecido; son, probablemente, las aves marinas peor vistas, y al menos parte de la culpa cabe atribuírsele al filósofo clásico. Su aspecto, por otra parte, tampoco les ayuda demasiado.

Phalacrocorax carbo (Imagen: J J Harrison, Wikipedia)
Phalacrocorax carbo (Imagen: J J Harrison, Wikipedia)

Además, los cormoranes son, seguramente, las aves que más éxito tienen cazando bajo el agua. Por esa razón y por si su secular estigma no fuese suficiente, los pescadores y los criadores de peces abominan de ellos. Los consideran grandes competidores porque consumen mucho pescado. Por esa razón, hay países en los que se aplican medidas para controlar el crecimiento excesivo de sus poblaciones.

Hay unas 40 especies[1] de cormoranes en el mundo, de los que el más extendido es Phalacrocorax carbo, el cormorán grande. Es asombroso cómo una especie de procedencia tropical se ha adaptado a tan amplia variedad de entornos, incluyendo zonas realmente frías. Es muy abundante, por ejemplo, en parajes de Groenlandia donde la mayoría de especies cuentan con una gruesa capa de grasa subcutánea, además de un denso pelaje o una capa de plumas impermeables. Los cormoranes no tienen capa de grasa subcutánea y sin embargo, allí pasan todo el año, incluyendo sus épocas más frías.

Al parecer, les sirve de gran ayuda su plumaje. Dice Linda Wires que el interior de las plumas es impermeable al agua, no así el exterior. Que la parte externa no sea impermeable haría que el agua penetre en el plumaje e impida que queden atrapadas burbujas de aire que aumenten la flotabilidad, lo que facilitaría al cormorán la inmersión. Y gracias a la parte interior impermeable, se mantendría una capa de aire en contacto con la piel, y el agua fría no llegaría a entrar en contacto con ella. No obstante, no estoy seguro de que ese doble carácter de las plumas sea un hecho bien establecido. Pero quien haya paseado por zonas costeras o por los márgenes de una ría frecuentada por cormoranes habrá tenido ocasión de observar cormoranes extendiendo sus alas mientras reposan entre inmersión e inmersión. Sabemos que ese comportamiento les permite secar sus plumas. Por lo tanto, es posible que lo que sequen así sea su parte exterior, la que se habría mojado durante la inmersión anterior; evitarían de ese modo, seguramente, que el agua llegue a penetrar en la capa interna.

Otra clave de su gran éxito radica, al aparecer, en sus ojos. Su lente es muy flexible, lo que les permite ajustar con facilidad su curvatura; además, la musculatura que controla el tamaño de la pupila también actúa sobre la lente. Se supone que esos rasgos les permiten una muy buena visión bajo el agua y, por ello, una mayor facilidad para localizar presas. Pero a la vez, son capaces de cazar bajo condiciones de gran turbidez o en las oscuras aguas del Ártico en invierno, en las que el aparato visual no aporta gran cosa. Pero se desconoce en qué radica esa capacidad.

Sea como fuere, sus extraordinarias dotes de caza submarina son, a la vez, su bendición y su maldición. Basan en ellas su gran extensión por casi todas las costas del planeta. Pero a ellas se debe, en parte, la mala fama que los acompaña y la persecución, legal en algunos casos, a que son sometidos.

[1] La Wikipedia en español da un número de 30, y en inglés, de 40. La especialista Linda Wires, del US Fish and Wildlife Service da un número de 40 en su libro The Double-Crestered Cormorant: Plight of a feathered pariah (Yale UP)



3 Comentarios

  1. En algunas regiones de China emplean los cormoranes como «instrumentos» de pesca. Les colocan un aro de hierro en el cuello que no les estrangula, pero impide que el pez capturado pase. Así, los «pescadores» solo tienen que capturar a los animales que hayan capturado un pez y obligarles a expulsarlo.

    1. Dajando aparte lo escasa que es esta entrada, añadir que en las rias gallegas hay buenas colonias de cormoranes todo el año y que se les puede ver en lugares altos y aislados con las alas desplegadas para secar su plumaje exterior despues de una sesión de buceo y pesca al amanecer.
      Tambien se puede ver entre septiembre y octubre, aunque a veces pasa a finales de este mes, que grandes bandadas migratorias de entre 100 y 500 ejemplares hacen recala en sus viajes.
      Como los estorninos, parecen viajar en banadadas gregarias — digo parece porque no lo se basado en estudios sino en observacion —.
      Son animales muy interesantes que a pesar de ser buceadores, son excelente voladores y que dominan el vuelo rasante con efecto suelo sobre el agüa, mucho mejor que otras aves como las distintas variedades de gaviolas, palomas marinas, patos, garzas, etc. Incluso espatulas y pelicanos en algunso casos. He llegado a localizar algunos frailecillos.
      Han desarrollado, de ahí la tecnica de pesca que indica el compañero, la habilidad de tragar el oez bajo el agüa, para evitar que otras aves carroñeras como las gaviolas atlanticas o argentas les quiten la pesca en vuelo.
      Que pese al destrozo ecologico de las rias, su contaminación y sobreexplotación, aun hacen de algunas zonas, como la ria de Noya, lugares de observación de aves privilegiados, aunque este año ha sido sumamente parco, probablemente por el clima anomalo que hemos tenido.

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Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 30 agosto, 2017
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