El viaje más largo

Por Juan Ignacio Pérez, el 13 agosto, 2014. Categoría(s): General ✎ 4
Sterna paradisaea (Imagen: Cladius Tesch, Wikipedia alemana)
Sterna paradisaea (Imagen: Cladius Tesch, Wikipedia alemana)

Hace poco conté la historia de la reinita estriada. Expliqué cómo prepara su aparato digestivo para migrar. La reinita esriada, Dendroica striata, es un gran migrador, pero si de grandes migradores se trata, el más grande es el charrán ártico, Sterna paradisiaea.

El charrán ártico es un ave circumpolar. En verano, que es la estación en la que se reproduce, vive en las zonas ártica y subártica de Europa, Asia y Norteamérica. Para anidar forma colonias y es muy agresiva con los animales que pueden suponer una amenaza para los nidos, también con los mamíferos de gran tamaño como los seres humanos. Como otras aves marinas, se alimenta de peces e invertebrados marinos. Es un ave de larga vida, puesto que puede alcanzar los treinta años de edad.

Pero como he señalado antes, su característica más genuína es su gran capacidad migratoria. Cuando eclosionan los huevos, permanecen del orden de un mes cuidando a los pollos y alimentándolos, y una vez transcurrido ese periodo, se dirigen hacia la Antártida, junto con los pollos nacidos un mes antes. El viaje comienza a finales de agosto, y se prolonga durante bastantes semanas, porque no se dirigen directamente hacia el sur, sino que se podría decir que deambulan, modificando su trayectoria con frecuencia e, incluso, permaneciendo en determinadas zonas durante más tiempo; son zonas presumiblemente ricas en alimento. No se comportan, por lo tanto, como las reinitas estriadas; aquéllas no se alimentaban durante la migración, mientras que éstos sí lo hacen. Los charranes viajan en grupos pequeños y no llegan a la Antártida hasta el mes de noviembre. En la Antártida permanecen hasta abril, en el Mar de Weddell, que es una zona muy rica en alimento (krill y peces). Allí se alimentan, almacenando reservas energéticas que unos meses después les servirán para retornar al norte y reproducirse.

El viaje hacia el norte es muy diferente del anterior. Siguen una trayectoria más definida, sobre la dorsal del Océano Atlántico, valiéndose seguramente de los vientos dominantes en las zonas templadas meridional y septentrional para avanzar más rápidamente. El viaje lo completan en unos cuarenta días.

La migración es tan larga que si sumamos las distancias que recorren en los viajes de ida y vuelta, pueden llegar a ser 80.000 (40.000 como mínimo) los km que hacen cada año. En el reino animal no se conocen migraciones más largas. Hasta tal punto son largos sus viajes que en toda una vida migrando recorren una distancia equivalente a la que recorrerían si hiciesen dos o tres viajes de ida y vuelta entre la Tierra y la Luna.

Lo que más me fascina de los charranes árticos es que viajan de un verano a otro como si sólo abandonasen esta estación para volver a ella poco después, tras un tránsito fugaz por otoños y primaveras. Viviendo como vive en un verano semipermanente, es la especie animal que disfruta de más horas de sol. No sólo me fascina, me produce una envidia enorme.

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Nota: Almudena Castro recogió aquí los resultados de una investigación en la que se caracterizó con detalle la trayectoria seguida por numerosos individuos de esta especie en su migración.



4 Comentarios

  1. Creo que aun con las analogías dadas me resulta difícil imaginar la distancia que llegan a recorrer los charranes. Fascinante profesor. Saludos.

  2. ¿Se sabe la historia evolutiva de este comportamiento? ¿Dónde surgieron los charranes, en el norte o en el sur? Por el tipo de viaje (vagabundeo hacia el sur y vuelo directo hacia el norte) parece que deberían de haber surgido en el norte. ¿Hay fósiles?

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Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 13 agosto, 2014
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