El paradójico anfibio con escamas

Por Juan Ignacio Pérez, el 11 noviembre, 2015. Categoría(s): General ✎ 2
Lepidosiren paradoxa
Lepidosiren paradoxa

“In the mid-1800s, anatomists began to learn of mysterious living fish from the southern continents. One of the first was discovered by German anatomists working in South America. It looked like a normal fish, with fins and scales, but behind its throat were large vascular sacs: lungs. Yet the creature had scales and fins. So confused were the discoverers that they named the creature Lepidosiren paradoxa, “paradoxically scaled amphibian”. Other fish with lungs, aptly named lungfish, were soon found in Africa and Australia. African explorers brought one to Owen. Scientists such as Thomas Huxley and the anatomist Carl Gegenbaur found lungfish to be essentially a cross between an amphibian and a fish. Locals found them delicious.”

[A mediados del siglo XIX los anatomistas empezaron a tener noticia de unos peces misteriosos que vivían en los continentes meridionales. Uno de los primeros fue descubierto por anatomistas alemanes que trabajaban en Sudamérica. Parecía un pez normal, con aletas y escamas, pero tras su garganta había grandes sacos vasculares: pulmones. Mas la criatura tenía aletas y escamas. Sus descubridores estaban tan confundidos, que la denominaron Lepidosiren paradoxa, “el paradójico anfibio con escamas”. Pronto se descubrieron más peces con pulmones, muy propiamente denominados peces pulmonados, en África y en Australia. Los exploradores africanos llevaron uno a Owen. Científicos como Thomas Huxley y el anatomista Carl Gegenbaur encontraron que los peces pulmonados eran, en lo esencial, un cruce entre un anfibio y un pez. Los nativos los encontraron deliciosos.]

El párrafo anterior está tomado del libro “Your inner fish” (locations 468-473) de Neil Shubin y en él se cuenta de modo muy expresivo la sorpresa que causó a los naturalistas del siglo XIX el descubrimiento de los peces pulmonados.

Casi 400 peces son capaces de respirar en aire, la mayoría de agua dulce. Casi todos mantienen branquias funcionales y por esa razón pueden respirar también en agua. Lo normal es que empiecen a respirar en aire cuando se reduce mucho la concentración de oxígeno en el agua en que se encuentran, más aún cuando sube la temperatura, puesto que el metabolismo se eleva al elevarse la temperatura. Eso sí, aunque toman el oxígeno a través de los pulmones, el CO2 lo eliminan al agua, ya sea por las branquias o por la piel.

Algunos peces, sin embargo, carecen de órganos especiales para respirar en aire; las anguilas son un buen ejemplo de ello. Salen con gran facilidad del agua si hay suficiente humedad; Anguilla rostrata, por ejemplo, satisface sus necesidades de oxígeno por la piel en un 60% y por la boca en el 40% restante.

Anguilla rostrata
Anguilla rostrata

La mayor parte de los peces que respiran en aire utilizan una sección del aparato digestivo, -la anterior-, para tomar el oxígeno. Es una zona especializada, con abundantes vasos sanguíneos y numerosos pliegues e invaginaciones en sus paredes. En las anguilas eléctricas (Electrophorus electricus), por ejemplo, la cavidad bucal es el enclave por donde respiran en aire, mientras que en otras especies es la cavidad opercular. Por otro lado, algunos bagres (Heteropneustes) tienen cavidades especiales sobre las branquias; las cavidades respiratorias de estos peces son unos divertículos tubulares que se extienden desde la cabeza hasta la zona central del cuerpo. Pero también los hay que han seguido diferentes vías. Algunos peces utilizan el estómago, y otros bagres de la familia Callichthyidae han recurrido a una parte del tubo digestivo que está, lógicamente, muy vascularizada. Y otros respiran a través de unas invaginaciones intestinales que cumplen el papel de vejigas natatorias. Para respirar, esos peces, una vez han tomado el aire, cierran la boca y lo empujan hacia atrás comprimiendo la cavidad bucal. De ese modo llega a la vejiga natatoria, el estómago o el intestino. El aire es expulsado, finalmente, a través del ano.

Cuando se encuentran en aguas con poco oxígeno, estos peces corren el riesgo de perder oxígeno de las branquias hacia el agua. Al fin y al cabo, la presión parcial del oxígeno en el aire suele ser muy alta, mientras que en agua es muy variable, dependiendo de la concentración de oxígeno y de la temperatura. Para evitar la pérdida de oxígeno por esa vía, la capacidad de las branquias para intercambiar oxígeno está muy limitada; en algunos peces no quedan más que branquias residuales y en muchos casos están cortocircuitadas, de manera que la sangre oxigenada no pasa por ellas.

Neoceratodus forsteri
Neoceratodus forsteri (Foto: Mitch Ames)

Entre los que respiran en aire, las especies más investigadas (6) son los peces pulmonados. Tienen verdaderos pulmones con gran área superficial, pues están bien provistos de invaginaciones y tabiques, así como de numerosas crestas. El australiano Neoceratodus, tiene un único pulmón y branquias funcionales; puede respirar en los dos medios. El género africano Protopterus (4 especies) y Lepidosiren, de Sudamérica, tienen pulmones de dos lóbulos y branquias muy pequeñas. Estos necesitan aire para respirar; sin él se mueren.

Los paleontólogos piensan que esos peces son los descendientes directos de los peces que dieron lugar a los vertebrados terrestres. Al fin y al cabo, tienen una naturaleza mixta, pues pueden respirar tanto en agua como en aire. Por ello, no es raro que hace dos siglos, cuando los naturalistas de la época tuvieron conocimiento de estas extrañas criaturas, se llevaran una gran sorpresa. Con toda la razón los denominaron del modo en que lo hicieron: el paradójico anfibio con escamas.

 



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