La salamandra solar

Por Juan Ignacio Pérez, el 27 septiembre, 2017. Categoría(s): General ✎ 3

La salamandra solar es el sobrenombre que han dado al primer vertebrado conocido capaz de utilizar la energía solar para nutrirse. Se trata de la salamandra moteada Ambystoma maculatum.

Ambystoma maculatum (imagen: D. Gordon E. Robertson; Wikipedia)
Ambystoma maculatum (imagen: D. Gordon E. Robertson; Wikipedia)

Ryan Kerney, de la Dalhousie University (Halifax, Nova Scotia, Canadá) presentó, en el Ninth International Congress of Vertebrate Morphology celebrado en julio de 2010, los resultados preliminares de la investigación en la que da cuenta de ese hallazgo[1]. Posteriormente publicó los resultados más elaborados[2]. El joven investigador realizó el descubrimiento mientras observaba embriones de salamandra moteada que se desarrollaban en el interior de sus características cápsulas de color esmeralda; trabajando con un sistema que había sido sobradamente estudiado en las décadas anteriores se percató de que algo extraño ocurría allí.

Se sabía de tiempo atrás que las que daban el color verde a la cápsula viscosa que protege al embrión eran algas unicelulares de la especie Oophila amblystomatis. Y se aceptaba que entre ambos organismos existía una relación de mutualismo: las hembras de Ambystoma ponen los huevos en el agua, y se creía que los restos nitrogenados del metabolismo del embrión eran utilizados por las microalgas como fuente de nitrógeno y que el embrión utilizaba el oxígeno que resultaba de la actividad fotosintética de aquéllas. Y en efecto, eso es lo que ocurre, pero no del modo en que se pensaba. Se creía que las microalgas que participan en esa relación son las que hay en el entorno y, sin embargo, de acuerdo con el descubrimiento realizado por Ryan Kerney, las microalgas también se encuentran en el interior de las células del embrión, en las de todo el cuerpo además. Y hay razones para pensar que las células utilizan directamente los carbohidratos y el oxígeno que, fotosíntesis mediante, producen las algas que albergan. Al parecer, imégenes obtenidas mediante microscopía electrónica muestran que las algas se encuentran rodeadas por numerosas mitocondrias.

Como se ha explicado en artículos anteriores (La babosa solar o Bivalvos gigantes), ya se conocían varias relaciones simbióticas de este estilo en invertebrados, pero hasta ahora no se había encontrado nada similar en vertebrados. De hecho, dada la capacidad de los sistemas inmunes de los vertebrados para detectar y destruir los materiales biológicos extraños a sí mismos, se pensaba que era imposible que progresasen organismos autótrofos (como las microalgas) en el interior de células animales. Pero como ocurre en numerosas ocasiones, se trataba de una creencia errónea, ya que en este caso o bien el sistema inmune del embrión se suspende o “apaga”, o las microlagas han encontrado la forma de engañarlo.

[1] Anna Petherick (2010): “Salamander’s egg surprise” Nature 466: 675; doi: 10.1038/466675a

[2] Ryan Kerney (2011): “Symbioses between salamander embryos and green algae” Symbiosis 54 (1) doi: 10.1007/s13199-011-0134-2

Ryan Kerney et al (2011): Intracellular invasion of green algae in a salamander host PNAS 108 (16): 6497-6502 doi: 10.1073/pnas.1018259108

 

 

 

 



3 Comentarios

  1. Estas algas fotosinteticas intracelulares . ¿ Presentan fase oscura ? ¿ Podriamos considerar que estan en una fase simbiotica anterior como la que se supone para las mitocondrias ( Margulis ) o estarian ya en un estado «terminado».
    Gracias.

    1. Iñako es un hombre socrático, en el sentido de saber que no sabe y no dudar en decirlo. De ahí su respuesta, que no es la primera vez que da en este blog a algunas preguntas que se le hacen.

      Por el contrario, yo soy un atrevido ignorante, ignoro lo que ignoro y por eso me atrevo a contestar a tu segunda pregunta. Pero fíate tú de lo que diga yo.

      En mi opinión no existe un término final al proceso de ajuste mutuo, de coevolución, en las relaciones simbióticas mutualistas. Hay bastantes ejemplos de relaciones bien establecidas en las que, a pesar de darse una adsptación mutua que ha evolucionado hasta hacer que se transmita a la descendencia, que resulta indispensable para el crecimiento y que se manifiesta en la producción de productos orgánicos o procesos biológicos imposibles de conseguir sin esa relación mutua, hospedadores y microsimbiontes pueden romper el equilibrio y acabar con la relación o dañarla gravemente. Por tanto no creo que el proceso de adaptación mutua esté nunca terminado.

      Si lees en francés o llega a traducirse a alguna lengua que sepas, hazte con el libro «La simbiose», de Marc André Selosse. Es, sin ninguna duda, el libro más completo que yo he leído sobre un tema que me apasiona desde hace décadas, la colaboración interespecífica.

Deja un comentario

Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 27 septiembre, 2017
Categoría(s): General