Osos medicinales

Por Juan Ignacio Pérez, el 17 marzo, 2016. Categoría(s): General ✎ 2
Ursus arctos arctos (oso pardo). Crédito: I. Malene, Wikipedia)
Ursus arctos arctos (oso pardo). Crédito: I. Malene, Wikipedia

El letargo invernal de los osos es un proceso de características muy interesantes y no bien conocidas. A los fisiólogos, por simple curiosidad científica, nos interesa conocer los mecanismos que están en la base de los cambios reversibles que se producen a lo largo de esa forma de hibernación. Pero además, resulta que ese conocimiento puede ser muy útil para la ciencia médica.

Como es lógico, los osos no comen nada mientras hibernan. Por ello, incluso aunque el gasto metabólico es bajo durante el periodo de letargo, ese gasto ha de ser satisfecho recurriendo a las reservas almacenadas previamente. Esa es la razón por la que engordan de manera ostensible durante el otoño, y lo hacen a base de comer bellotas y otros productos de alto contenido en carbohidratos. Lo verdaderamente notable, no obstante, es que durante ese periodo en que utilizan las reservas previamente almacenadas, apenas pierden masa muscular. Y eso se debe a que los osos que hibernan tienen en el plasma un factor que bloquea la proteolisis, impide el catabolismo de las proteínas. Pues bien, la identificación y caracterización de ese factor sería muy importante para combatir las peligrosas pérdidas de masa muscular que acompañan a algunos cánceres, sida, ayunos prolongados o malas prácticas alimenticias.

Además, aunque no beben durante ese periodo, los osos no se deshidratan mientras dura el letargo. Es cierto que no eliminan orina, pero eso ya es, en sí mismo, asombroso, puesto que la elevación que tiene lugar en la concentración de urea sanguínea no parece producir problema ninguno. El hecho de que la urea carezca de efectos tóxicos es muy reseñable y el conocimiento del mecanismo que está en la base de esa inocuidad sería muy importante de cara a evitar o paliar el daño que producen las disfunciones renales.

Otro aspecto de interés es que tampoco la hipercolesterolemia les resulta un problema. Como la energía que utilizan durante el letargo proviene en su mayor parte de lípidos de reserva, los osos tienen niveles muy altos de colesterol en la sangre. Y sin embargo, ese colesterol no obstaculiza la función arterial. Tampoco tienen problemas de litiasis biliar (arenilla o cálculos biliares). La bilis que producen los osos durante la hibernación es capaz de deshacer los cálculos biliares, también en nuestra especie. Y de hecho, ha sido utilizada en la medicina tradicional en Asia (en China y Corea, sobre todo) desde antiguo. Esa es la razón por la que la caza excesiva de osos ha llevado a esta especie a borde de la desaparición en Asia. También se crían en condiciones de cautividad en China y en Corea, pero las sales biliares de los osos así criados carecen de un compuesto que sí tienen los osos salvajes, la colil taurina, que es el que proporciona a la bilis sus efectos más beneficiosos.

Y finalmente, hay un último misterio en relación con la hibernación de los osos cuyo esclarecimiento puede ser muy útil. Estos animales llegan a estar de tres a cuatro meses sin moverse apenas, y curiosamente, no pierden masa ósea ni se debilita su osamenta. Ursus americanus, el oso de Norteamérica, puede estar hasta seis meses en letargo y sin utilizar sus huesos, sin que la geometría, fuerza y grado de mineralización de su fémur se modifiquen de forma apreciable. Parece evidente que los osos disponen de algún mecanismo biológico que les permite evitar la osteoporosis que provoca la edad y la falta de uso de los huesos. Ni que decir tiene que el descubrimiento de ese mecanismo tendría una importancia biomédica enorme.



2 Comentarios

  1. Hace años leí un bonito cuento en el que uno de los protagonistas era un oso. En él se daba el dato de que los osos, antes de hibernar, hacen una última comida en la que se atiborran de brotes de hojas de coníferas y otras cosas semejantes, muy difíciles de digerir, para ir poco a poco fermentándolas en su vientre gracias al gran tiempo que dura el letargo. De este modo continuaban alimentándose algo durante la hibernación.
    ¿Sabes si es cierto? A mí no me sonó mal.

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Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 17 marzo, 2016
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